miércoles, 16 de julio de 2003

NIÑO JESUS DE LA VIRGEN DEL CARMEN DE ALMERIA

II SIMPOSIO SOBRE HERMANDADES DE SEVILLA Y SU PROVINCIA
IMAGINERIA PROCESIONAL DE MIGUEL BEJARANO MORENO

La Virgen del Carmen como se sabe, es la devoción específica de la Orden Carmelita. Según una piadosa tradición, Ella entregó a San Simón Stock un escapulario, el 16 de julio de 1.250, con la promesa de que todos los que muriesen llevando este hábito se salvarían. Tal privilegio supone una especial protección de María que conseguirá de su Hijo las gracias eficaces necesarias para una buena muerte.

Otra prerrogativa de este escapulario es el llamado privilegio sabatino. Balduino de Lessio (1.483) dio a conocer una bula de Juan XIII, de 3 de mayo de 1.317 en la que manifestaba haber tenido la revelación de que la Virgen del Carmen sacaría, el primer sábado de su óbito, a todos aquellos que habiendo muerto en gracia llevaran el santo escapulario. A pesar del origen dudoso de este documento, un decreto del Santo Oficio de 15 de febrero de 1.615 acepta oficialmente dicha creencia.

La invocación de la Virgen del Carmen como abogada de marineros y pescadores parte de la Edad Media. Alcanza especial desarrollo a fines del siglo XVIII y culmina al inicio del XX. En este sentido, habría que recordar que una Real Orden la proclama, el 19 de abril del 1.901, patrona de la Marina Española.



Escultura en madera policromada para vestir. Mide: 0'46m. de alto. obra de Miguel Bejarano Moreno. Año 1.999, Iglesia Parroquial de San Sebastián.


Miguel Bejarano, con este Niño Jesús, nos facilita un bello ejemplar de un tema especialmente grato para él, el de la infancia. El pequeño Jesús, como es usual, está sentado sobre el brazo izquierdo de su Madre. El simulacro, de grácil movimiento, adopta una postura entrañable, llena de vida y expresión. Tiene, a pesar de sus pocos años, un marcado carácter deífico. Bendice con la diestra y con la otra mano porta el escapulario, signo y símbolo de esta devoción mariana. Viste una antigua túnica de raso de raíz crema bordada en oro, perteneciente a la imagencita anterior. Y sobre su testa luce corona imperial. Los ojos, de madera policromada, poseen pestañas postizas. El autor, para no estropear las carnaciones, dejó sin firmar la efigie.

Este Niño Dios se adapta, pues, a la Virgen del Carmen, que sustituye a otra anterior. Se trata, por consiguiente, de una imagen de candelero para vestir. Al carecer de documentación, está inventariada como obra anónima posterior al 1.936. La única referencia que poseemos al respecto es que fue adquirida en Madrid. A partir de este momento, Madre e Hijo componen acertadamente el modelo iconográfico tradicional.


Juan Miguel González Gómez
FUNDACIÓN CRUZCAMPO, Sevilla, 2001