miércoles, 16 de julio de 2003

¡A ESTA ES!...POR PRIMERA VEZ

En una cálida tarde estival del pasado mes de julio, cumplíamos como cada año el más esperado día par nosotros, pues festejabamos con un solemne procesionar a Nuestra Reina y Madre del Carmelo, pero esta vez sería diferente, ya que por primera vez Nuestra querida Titular pasearía su belleza con un señorial paso de hermanos horquilleros, abandonando las ruedas que, durante tantos años, prestaron su fiel servicio.

A la caída del crepúsculo, tres secos golpes de campana, de manos de nuestra querida hermana mayor, hicieron a toda la Parroquia enmudecer en un silencioso estruendo cuando el trono se elevó y la Señora comenzó a caminar.

Y en uno de esos momentos, en los que el alma se escapa del cuerpo, la Virgen cruzó el dintel para cumplir nuevamente esta tradición. El pueblo almeriense se desbordó, absorto, en aplausos que se unían al repique de campanas y a los sones del himno nacional, para recibir a su mas arraigada devoción mariana.

Todos los portadores nos fundimos en un mismo corazón al sentir emocionados el suave y tierno beso de los varales en nuestros hombros.

Su recorrido fue también novedoso, ya que visitó a Nuestra Patrona, la Virgen del Mar, en el V centenario de su aparición. Esta visita, a modo de felicitación, sirvió para ver juntas a dos Vírgenes marineras.

Tras este emocionante rito continuó la procesión. Nuestra Madres del Carmen subió el Paseo con la elegante mecida del paso marinero que le brindamos los portadores, como si este fuera el mas bonito “te quiero” que le hayamos podido ofrecer.

Cuando entraba el relente de una gélida madrugada, el calor se hizo a un más presente cuando la Virgen regresaba triunfante a su casa.

Al llegar, la Divina Madre Carmelitana se mecía al son de “los Campanilleros” para encarar la puerta de la Iglesia, entonces el sonido flamenco de una garganta rajada surcó el aire desde un balcón para prenderse en el pecho de la Señora.

Y ante la emoción de su pueblo se despidió entre vítores, todos dejamos el trono en el templo con gran nostalgia, pero ¿nos engaña la imaginación o sonríe complacida?

Después, todo volvió a la normalidad. Los portadores nos dijimos adiós y llenos de ilusión regresamos a nuestras casas con la esperanza de que el año próximo la Virgen del Carmen nos vuelva a reunir como hijos queridos en torno a ella, porque, como alguien dijo una vez: “debajo de un paso es donde se fragua la palabra hermano”.

Señora, que durante este largo periodo de espera tus poderosas manos nos bendigan y favorezcan hermosa Madre. Y por muchos años...¡Viva la Virgen del Carmen!

Jesús Rico Domene
Hermano Portador